2. Teoricos Comunicación 3. Cátedra Caletti.
Teórico Nº 2. Fecha 21/08/07 Profesor: Caletti
Cuentan las buenas lenguas que cuando Michel Foucault daba sus clases en el College de France lo típico era un enorme auditorio absolutamente atestado que no podían ni caminar, ni moverse. Salvando hoy nuestras distancias, obvias personales, y salvando las distancias institucionales, me siento casi como Michel Foucault. Por lo menos por la dificultad para moverme.
A finales de la clase anterior, hicimos algunas referencias generales y básicas a ese momento de las vísperas de la aparición del concepto moderno de ideología. Ese momento que llamamos momento feuerbachiano, en el que el propio Marx sigue bajo la tutela intelectual de Feuerbach y se plantea las primeras líneas problemáticas sobre la cuestión. Quisiera hoy, habida cuenta de que las lecturas que hicieron durante la semana pasada de alguna manera apoyaron lo que decíamos, quisiera retomarlo para comentar algunos elementos que la clase pasada no alcanzamos a dar, y avanzar con lo que será la contextualización correspondiente a la lectura que tienen esta semana que es la lectura del fragmento de la Ideología Alemana.
La ideología alemana tiene 600 páginas, ustedes tienen el equivalente a unas 50, 60, 70.
Hoy lo que vamos a plantear es que en este texto que están por leer, en la ideología alemana es donde de manera clásica aparece el planteamiento central de lo que será la concepción marxista de la ideología. Hay varias cosas que señalar en relación con esta afirmación. Por empezar el título que lleva el libro, la ideología alemana, usa el término ideología inicialmente convocado de un modo distinto al que significará cuando el volumen ha sido terminado de escribir. Y esto habilita a una primera aclaración. La palabra ideología fue inventada por un filósofo francés de la ilustración llamado Destutt de Tracy. La mención viene a que este señor a fines del siglo XVIII preocupado como decíamos que estaba el ambiente intelectual con relación a los modos en que nos formamos ideas de las cosas, apuesta a la constitución de una disciplina, y a esa disciplina la bautiza ideología (en vez de psicología, sociología, antropología). Y escribe un libro un libro titulado “Elementos de Ideología”. El término elemento en aquellos siglos era un modo frecuente de denominar tratados que daban cuenta de los rudimentos básicos de un campo disciplinario. Por derroteros que ahora no vienen demasiado al caso, el asunto es que el término ideología inventado para denominar lo que sería una disciplina científica, que finalmente aclarara cómo es que se nos forman ideas en la cabeza respecto de las cosas, termina siendo usado peyorativa, despectivamente en el lenguaje político para aludir a aquellos que andan pensando en las nubes. Es Napoleón uno de los principales divulgadores de este sentido peyorativo, y lo peyora, usa ideología despectivamente para referirse a los ideólogos, al aludir a aquellos pensadores intelectuales de izquierda que cuando Napoleón va a coronarse emperador lo critican reivindicando los principios de la Revolución Francesa y según Napoleón. Por lo tanto, conociendo los asuntos reales que la política impone, los verdaderos factores materiales que atender, las razones del poder, en el sentido peyorativo lo recoge Marx. Y por eso verán, cuando lean el texto que hay huellas de ese sentido peyorativo en el modo en que se mofa, en el que critica acerbamente lo que él va a llamar “los ideólogos alemanes”, que no son otros que la vez pasada aludimos como los filósofos neohegelianos de izquierda, los feuerbachianos con quien él mismo había compartido filas tiempo atrás.
La ideología alemana, este voluminoso ladrillo de 600 y pico de páginas, que está básicamente dedicado a una polémica con intelectuales alemanes de la época, y por sobre todo y que aparece irónicamente denominado San Max es Max Stirner; y el que aparece irónicamente denominado San Bruno es Bruno Bauer, dos notorios neohegelianos de izquierda que sostenían tal como señalamos en general el martes pasado que había que contribuir a crear las condiciones de una transformación revolucionaria burguesa en Alemania, en la porción retrazada respecto del proceso que sigue el resto de Europa Occidental a través de un debate de ideas. Es en este sentido que Marx y Engels dicen “ja, debate de ideas”, como si a través del debate de ideas se pueda cambiar la realidad. En este sentido son ideólogos que andan por las nubes, de una manera distinta pero análoga en el sentido del término al desprecio que sentía Napoleón por sus intelectuales de izquierda que le reclamaban coherencia con los principios de la revolución. Por supuesto que no es la de Marx y Engels la posición de Napoleón. Pero sí hay una crítica a los ideólogos alemanes, a los que depositan en la crítica de las ideas dominantes la posibilidad de una transformación política revolucionaria como la que Alemania anhela, como la que Alemania tiene pendiente.
Ocurre que en el camino de elaboración de este texto (aproximadamente uno o dos años de 1845 a 1846), Marx y Engels afrontan una verdadera reorganización de sus propias ideas en relación con de qué modo pensar la historia, de qué modo pensar las posibilidades de transformación en el horizonte de la historia, de qué modo pensar los desafíos que planteaba Alemania, la Alemania retrazada semifeudal, en el contexto de una Europa occidental que buena parte de ella ya había transitado hacia la modernidad burguesa. En este sentido dirá Engels muchos años después, incluso ya muerto Marx, que la escritura de esos 600 folios que constituyeron la ideología alemana fue lo que les permitió a ambos liquidar nuestra conciencia filosófica anterior. Y aquí retomo las notas esbozadas el martes pasado.
¿Qué significa liquidar nuestra conciencia filosófica anterior?
Significa romper con el Feuerbach que intentaba romper con Hegel. Significa terminar de elaborar la transición desde una perspectiva idealista de la historia hacia una perspectiva materialista de la historia. Este cambio se produce a lo largo de la escritura de la ideología alemana, del que ustedes comienzan a leer un primer fragmento, unas 60 o 70 páginas. Tal es así que Marx y Engels terminan de escribir el folio 648 y dicen “ya está, terminamos con este asunto que nos venía dando vueltas y vueltas y vueltas en la cabeza, ahora la tenemos clara”. Y ante la primera dificultad para su publicación, deciden entregar los manuscritos a la crítica de los roedores. Es decir, en vez de publicarlo, guardarlo en un cajón y que se lo coman los ratones. Ya no les interesa que salga o no salga. Lo que les interesa es que se han aclarado respecto de cuál es el problema sobre el que quieren pensar y de ahí en adelante lo que hay que hacer es avanzar en esa dirección. Esa dirección será fundamental desde el momento en que se termina de escribir la ideología alemana, comienza la secuencia de distintas aproximaciones, comienza la introducción a la critica de la economía política, la contribución a la crítica de la economía política, los hoy conocidos borradores de El Capital, que termina publicando su primer volumen 20 años más tarde, en 1867.
Marx continúa escribiendo hasta su muerte dejando inconcluso el tercer tomo de El Capital. El Capital supone el programa de trabajo que han vislumbrado en la escritura de la Ideología Alemana, en el sentido de que lo que se resuelve en la Ideología Alemana es el tema de las ideas y el papel de las ideas en la historia humana. Y su inscripción en una conceptualización global, sistemática de la propia historia humana.
Habíamos visto el martes pasado que la discusión que se viene dando desde Hegel, para quienes quieren romper con Hegel es la discusión acerca de si la historia sigue el curso que la razón resuelve, o si hay en cambio determinaciones materiales que le imponen un camino a la razón. Si las ideas gobiernan la vida material, o si la vida material gobierna las ideas. Parece una pequeña discusión, pero piensen ustedes todo lo que deriva de una alternativa u otra. Es en torno de esta discusión y de la respuesta que darán Marx y Engels (no son las ideas la que gobiernan la vida material sino la vida material la que gobierna las ideas) donde la criba donde el concepto moderno de ideología aparece. Ideología será la referencia, la noción al modo de producir representaciones de las cosas. Será el nombre que recibe la producción de representaciones que nos hacemos de las cosas, y esto son ideas.
Las representaciones, el modo en que nos figuramos lo que las cosas son, el modo en que nos representamos lo que el mundo es, lo que los demás son, lo que nosotros somos en relación con los demás, los demás con nosotros, etc. Es entonces la alusión a las representaciones que produce nuestra conciencia bajo las determinaciones materiales de la existencia social.
Valga decir un par de cosas. No piensen encontrar en el fragmento que van a leer en la ideología alemana una definición teórica respecto de “la ideología, dos puntos, bla bla bla bla páginas y páginas”. De ninguna manera. Hay sí pistas importantes que tienen carácter definicional pero no hay un desarrollo sobre qué cosa es ideología. Más bien lo que habla la mayor parte del texto es una suerte de barajar y dar de nuevo, qué cosa es la historia humana, cómo ha sido, de qué se trata, cómo son los ejes a través de los cuales la civilización de la que hoy somos una estación ha ido construyéndose a sí misma. De qué manera se ha formado la sociedad de la que somos parte. En este esfuerzo de recomposición de un gran relato, la historia universal, es donde aparece por un lado buena parte de lo que será más tarde elementos decisivos de la teoría marxista. Hay un retome de las nociones que ya estaban en la literatura de la época sobre la división del trabajo, más elaborado de lo que estaba en la literatura de la época, los distintos modos de producción que la historia atraviesa (el modo esclavista, el modo feudal, el modo capitalista), es un gran relato gran de pensar la historia desde el principio. En este marco, lo que queda definido es la vida social, las grandes reglas que hacen al desarrollo de la vida social. Y dentro de él, el lugar que le caben a las ideas. Es ésta la respuesta a la filosofía hegeliana y neohegeliana. No a través de decir “vení, te voy a explicar en 20 páginas el concepto de ideología”. Sino diciendo que en definitiva estamos concibiendo la historia humana de un modo tal en que las ideas ocupan un lugar determinado. No un lugar principal sino secundario. Y no sólo secundario sino fundamentalmente un lugar DETERMINADO. Determinado por algo que no son ellas.
Las ideas aparecen colocadas no en el lugar de la autorrealización, no en el lugar de la autonomía, del autogobierno, sino por el contrario en el lugar en el que la conciencia social humana es capaz de producir lo que las condiciones materiales le permiten. Esta noción respecto de nuestras ideas es la noción clave que aparecerá en el campo marxista de la ideología.
En la ideología alemana hay algunas expresiones a los que yo casi he aludido casi literalmente. Esto que vengo de decir lo plantea Marx diciendo “No es la conciencia la que determina el ser social o la vida social, sino la vida social, el ser social, el que determina la conciencia”.
Y hay otras indicaciones más de un tenor semejante. El señalamiento de que la conciencia emana representaciones que están en algún tipo de relación subordinada con las condiciones materiales en las que emergen es algo que aparece con claridad en el texto. Entonces, no se trata de una teoría de las ideologías en un sentido extenso, minucioso, sofisticado, sino de un movimiento conceptual que recompone el panorama de las relaciones entre lo material y lo ideal en el campo de la historia, y ubica el lugar de nuestra conciencia y su producción de ideas, las representaciones como:
a) determinado por las condiciones materiales
b) como de ningún modo la enunciación de la verdad a primera vista. Si asumimos que nuestras ideas son el resultado de una determinación que opera sobre nuestra conciencia, y que la determinación que opera sobre nuestra conciencia depende de las condiciones materiales de vida, y que estas condiciones materiales de vida son distintas en el caso que me toca, en el caso de algunos de ustedes, en el caso de mi bisabuelo en La Pampa o en Italia hace 150 años, advertiremos que las representaciones de las cosas, que la luz que nuestra conciencia supuestamente hecha sobre el mundo configurando ideas que están lejos de ser de manera directa la verdad de la cosas. Son una representación de ellas.
A través de este debate, de esta discusión de dónde ponemos las ideas, y cómo concebimos el lugar que le cabe en la historia, a través de esta liquidación de la conciencia filosófica anterior que se cumple en la escritura de la Ideología Alemana, en realidad Marx y Engels resuelven las bases teóricas de lo que aparecerá luego (durante décadas y hasta hoy), como las claves clásicas del Marxismo.
Los conceptos de base y superestructura aquí están. Es en la batalla intelectual, conceptual, por definir cuál es el lugar que le cabe a la producción de la conciencia, y cuál es su relación con las condiciones materiales de existencia que vienen a determinarlas donde se forjan los conceptos centrales de base y superestructura. Conceptos centrales para lo que será luego la intelección general de la realidad social en su paquete completo, en su totalidad.
El problema de base y superestructura es algo que nos importa bastante porque a partir de aquí buena parte de la discusión, al menos en sede marxista, tendrá que ver con cuáles son las características de la superestructura, de la que la ideología forma parte y que viene determinada por la base. Base como término técnico marxista con el que aludimos a las condiciones materiales de la sociedad. Entonces importa que esta referencia esté clara.
(Alumna hace una pregunta que no se escucha).
Profesor: sociedad civil, si entendemos a sociedad civil como la que da lugar a la constitución del Estado, de las formas organizativas de la vida social, sospecho.
(Otra pregunto de alumno que no se escucha)
Profesor: lo que se denomina la base, es estrictamente hablando las relaciones sociales de producción, y su relación (que será una relación contradictoria) con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Esto que así dicho se convierte en una formulita, alude en el principio del desarrollo de la actividad social a las relaciones de los hombres con la naturaleza, pero a medida que aparece la división social del trabajo, crecientemente irá subsumiendo las relaciones con la naturaleza en el marco de las relaciones sociales de producción, los modos en que los seres humanos viviendo en comunidad, en sociedad, nos organizamos a nosotros mismos (claro que no por asamblea) para garantizar nuestra persistencia, subsistencia, etc.
Los recursos que ponemos en juego, el modo en que nos dividimos las tareas, la parte que nos toca a cada uno (tanto de los productos como de las tareas), las relaciones de subordinación, de dominación, de explotación serán entre los que hacen una tarea y los que hacen otras. Y así siguiendo los modos de apropiación del excedente, de las herramientas del trabajo y del fruto del trabajo, todo eso constituyen las relaciones sociales d producción, que a su vez estarán en estrecha relación con lo que se llama el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.
Pensémoslo rápidamente en términos casi contemporáneos.
No siempre nos damos cuenta de qué modo en estas décadas que nos tocan vivir están siendo empujadas a importantes procesos de modificación motorizados por el desarrollo de nuevas fuerzas productivas, en este caso por ejemplo tecnológicas.
El salto tecnológico que se da en el capitalismo a partir, en general suele decirse en la crisis del petróleo de año `73, y de los hechos y de la recomposición del capital que ocurre entonces en el último cuarto del siglo XX, la revolución tecnológica empuja a una reformulación en las relaciones sociales de producción, por ejemplo la tendencia a que el trabajo manual tienda a decaer, a que el número de obreros manuales sea cada vez menor, cada vez mayor el número técnico que manejan máquinas. Y mientras crece el ejército de reserva de desocupados que lo que hacen es abaratar el precio del trabajo con su sola demanda de trabajo donde el trabajo (como puesto de trabajo) se convierte en un bien más escaso de lo que era antes, esto es una modificación decisiva en las relaciones sociales de producción, resultado de la relación que las relaciones sociales de producción mantienen con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.
Algo que ha ocurrido muchas más veces de las que nos imaginamos a lo largo de los últimos dos siglos.
La que estamos viviendo quizás sea la modificación de una magnitud tal vez semejante a la que se vivió con la Revolución Industrial. Cuando las relaciones sociales de producción se modificaron fuertemente al punto que por ejemplo, cosa que no ocurría en Alemania, en Francia y en Inglaterra las autoridades estatales temían levantar las prohibiciones impuestas a los campesinos que querían abandonar sus tierras, estaban anclados a la tierra. Las autoridades levantan las prohibiciones para que puedan concurrir a los grandes centros urbanos a ofrecer su fuerza de trabajo en el mercado, compra y venta de la fuerza de trabajo. Vendo mi fuerza y mi tiempo de trabajo a cambio del salario con el que puedo subsistir, que me lo pagará aquel que me compra por ese precio vil mi fuerza de trabajo, los músculos con los que muevo la máquina. Esto que es el surgimiento del proletariado supone una modificación feroz en las relaciones sociales de producción que eran típicas en la vieja comunidad pre Revolución Industrial. Tal vez la que ocurre hoy sea una modificación tal vez de una magnitud análoga. Nosé, falta distanciamiento para verla con más claridad, pero se está modificando muy fuertemente. En este sentido, ésto es la base: las relaciones sociales de producción y su relación con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Originalmente las fuerzas productivas eran la tierra y la zapa, la red y el botecito para salir a pescar.
(pregunta de alumna que no se escucha)
Respuesta profesor: la tendencia predominante a nivel global es que la mayor proporción en la torta del producto bruto sea del área de servicios, a diferencia del sector industrial. La revolución industrial significó que el crecimiento del producto bruto producido por el sector industrial contra el sector primario (es decir del trabajo de la tierra y extractivo mineral, etc). De ahí pasamos al sector que se llama secundario, industrial. Hoy la tendencia es al crecimiento permanente, sistemático del sector servicios. Somos cada vez más los obreros de cuello blanco. Pero esto no es de la noche a la mañana, ni en una sola secuencia. Tiene sus altibajos. Pero la media indica un crecimiento sistemático.
Alumnos: ¿Las condiciones materiales condicionan?
Profesor: ¿Vos qué pensarías? Yo hablé de determinación. Hasta que cambiemos el término quedémonos con determinación.
Entonces me interesa hacer un par de aclaraciones que suelo hacer, que he visto que son útiles. Insisto con la noción de BASE, a sabiendas de que en mucha literatura que circula, incluso en textos de nosotros mismos, la referencia es a lo económico. Hay aquí un enorme peligro de confusión en el que muchas veces el marxismo vulgar cae pisando el palito que da calambre. Porque asume lo económico en el sentido corriente que tiene el término, casi en una relación de la guita, el bolsillo. Y no es en ese sentido en el que Marx plantea lo económico ni es en ese sentido en el que se habla de la determinación. Más bien lo económico tiene que ver con, si tuviera que elegir una expresión sustituta, yo me quedaría con relaciones sociales, que en la tradición de la economía política serían no del ámbito público sino del ámbito privado. Tienen que ver con el “oicos” (¿), que es en griego la referencia a la unidad doméstica productiva donde la vida se reproduce en hijos y en hortalizas. Y las relaciones sociales que se generan en este ámbito es lo económico. No la cuenta del banco, no la moneda. Lo económico como la organización social para la producción de la propia subsistencia. Es esto y no la mosca lo que es determinante de la conciencia.
Una segunda aclaración que suele ser eficaz es en relación con el término DETERMINACION. Tenemos una tentación, cuya raíz hay que buscarla en un sentido común muy extendido que simplifica y resuelve como puede las cosas, tenemos la tentación de volver sinónimos determinación de causación. La determinación no es causación, no es generación, no es el origen ni la fuente. La determinación es la capacidad de imponer los límites, el sistema de restricciones dentro de los cuales lo determinado habrá necesariamente de moverse. No debe entenderse que nuestra conciencia tiene su causa en las condiciones materiales. No debe entenderse que nuestras ideas nacen de mi condición obrera o de mi condición oligárquica. Lo que debe entenderse es que esta manera de estar inscripto en la estructura de las relaciones sociales de producción pone límites a la capacidad creadora de mi conciencia, pone ciertas reglas a la secuencia de representaciones que de manera espontánea aparecerán en mi conciencia. Por favor, ninguna relación mecánica ni automática en el sentido de si soy obrero pienso tal cosa, si soy burgués pienso tal otra. No hay ninguna relación directa ni mecánica ni nada que se le asemeje. No es una coerción que le impida a la conciencia moverse en su propio elemento. Lo que hace es establecer las reglas, los límites tras los cuales no podrá moverse porque comenzará a colocarse en un lugar donde torciona los requerimientos del proceso social espontáneamente considerado en una dirección distinta. La conciencia es un animalito que anda por ahí divertido entreteniéndose con cosas diversas. El tema es que puede corretear en un cierto espacio.
Alumna: Marx decía que si el proletariado toma conciencia puede cambiar las cosas.
Profesor: Ahí nos estamos refiriendo a otro problema al que voy a hacer referencia enseguida.
Pregunta alumno que no se entiende.
Profesor: Yo me limito a poner sobre la mesa lo que la tradición marxista ha hecho clásico. Y el tema clásicamente es de determinación. Y el problema es entender qué es determinación. El término condicionamiento es un término que nos resulta un poco más cómodo hoy, menos rígido, menos taxativo, menos tajante, pero en rigor el marxismo clásico habla de determinación. Y siempre y cuando, insisto, que lo determinado guarda una relación directa, mecánica, lineal, con lo determinante.
Hay un par de cosas más que me parecen importantes a señalar.
Esta propuesta que formulan Marx y Engels en la Ideología Alemana supone una auténtica revolución conceptual, una auténtica novedad en el sentido de que implica un verdadero bofetón de película, le cruza el rostro a uno de los más valiosos, casi sagrados aportes que la ilustración ha hecho a occidente, a su historia, filosofía y su sentido común, que es la radical centralidad del ser humano a partir y a través de su conciencia.
Algunos autores postmodernos señalan que este señalamiento, este apunte de Marx sobre la ideología es el primero de una serie de palos que va a recibir el sujeto de la ilustración, en la línea de nombres a los que luego seguirán los de Nietzsche y Freud.
En el sentido común seguimos siendo gente de la ilustración, seguimos pensando que nosotros somos hombres de conciencia y que con la conciencia, la razón y la voluntad con eso gobernamos nuestras vidas y hacemos lo que queremos. Pero cuando tomamos más en serio el problema descubrimos que esa era una ilusión que planteaba el siglo XVIII para la humanidad que recibe su primer cascotazo serio en la Ideología Alemana que ustedes van a leer.
Esta es la importancia, la magnitud del asunto. La ideología bajo esta perspectiva y tal como aparece presentada en la ideología alemana, la producción ideológica en tanto que ideológica, en tanto que es en carácter de representación que no termina de ser una representación como Dios manda, que medio es pero medio no es, que de alguna manera nos engaña porque está determinada con elementos que no controlamos, etc, la ideología es inconsciente. No nos damos cuenta, no nos recatamos, por supuesto que en principio y en general uno puede hacer el esfuerzo pero no nos percatamos de que el modo en que pensamos las cosas que pensamos tienen algún ancla, tienen algo que ver con las condiciones materiales en las que venimos inscriptos, con las condiciones materiales de existencia de mundo que habitamos. Y no nos percatamos en absoluto.
Hay en relación con este preciso tema de la ideología y su relación con la conciencia otra aclaración importante que vale la pena hacer. Voy a dar un pequeño rodeo porque viene en relación con lo que vengo diciendo pero requiere un poco más de información.
Algunos autores que vamos a leer, en esta misma semana tenemos Althusser, que tiene un texto breve, sencillo importante, que habla de la víspera feuerbachiana, de ese momento y de lo que significa la discusión marxista del momento feuerbachiano.
Althusser ha tenido entre otros aportes a la teoría marxista, ha hecho una afirmación de mucho peso, que aparece en los manifiestos sobre Feuerbach, aparece la referencia y aparecerá en otros textos que tenemos de Althusser. Sostiene que en la obra de Marx hay un corte que precisamente ocurre a la altura de la Ideología Alemana. Que los textos anteriores a la Ideología Alemana son los que caben llamar textos de joven Marx. Y que los textos posteriores a la Ideología Alemana son los del Marx maduro.
Y dice algo que de algún modo anticipamos en la tesis, que lo que se llama el joven Marx está fuertemente impregnado aún de huellas hegelianas y neohegelianas. En torno de ese corte al que Althusser le dará estatuto epistemológico, dirá que después de la Ideología Alemana el Marx maduro ahí está la ciencia, ahí está el marxismo propiamente dicho, en tanto que en el joven Marx tenemos balbuceos que son de mucho interés pero que no forman parte de la obra sistemática, rigurosa, del materialismo histórico, porque no hay todavía un tal materialismo histórico. Se procesa en la escritura de la Ideología Alemana, y de esta organización de la obra de Marx se desprende un elemento que nos resulta de interés.
Durante mucho tiempo los textos principales que entre los marxistas se utilizaba para abrevar en relación con el problema de la ideología eran lo que llamamos textos de joven Marx. Esto tiene dos motivos distintos y concretos. Yo les decía que la ideología alemana no fue publicada sino que la metieron en un cajón. Fue sacada del cajón alrededor de 1930, traducida al inglés, al alemán, etc, ya bastante avanzado el siglo XX.
Lenin ni idea tenía de la ideología alemana. Y después de la ideología alemana, en el rumbo hacia la escritura de El Capital, los planteamientos que hacen Marx o Engels en sus textos del problema de la ideología no son apariciones de segunda importancia, pero no son en ningún caso apariciones que se dediquen a desarrollar el punto. Se pueden leer dos textos políticos de Marx y en la escritura de los textos políticos (los que tienen que ver con la guerra civil en Francia, la lucha de clases en Francia, la revolución, el 18 de brumario, etc) el concepto acerca de los modos en que la producción de la conciencia interviene en los fenómenos políticos estará colocada en las páginas, pero estará como diría Althusser en estado práctico, no conceptualizado. Aparecerá operando como categoría. Las referencias más minuciosas a los problemas de la ideología quedan remitidos durante mucho tiempo a los textos del joven Marx, donde los problemas de la conciencia es siguiendo la huella hegeliana la de la conciencia en sí y su pasaje a la conciencia para sí. La conciencia enajenada o no enajenada, cuestiones todas que desaparecen en el Marx maduro. Cuestiones que diría, tienen sin embargo, una enorme consecuencia durante décadas (si es que no hoy) en una de las acepciones que más circulan particularmente en carreras como la nuestra sobre qué cosa es la ideología tiene a ser la conciencia enajenada por ejemplo, la conciencia alienada y que esa es la ideología.
Versión que circuló con mucha fuerza entre nosotros en particular por vida y obra de los autores de Frankfurt para quienes la alienación es un tema fuerte. Tema que leen en Luckács, no en Marx. Y Luckács hace una lectura neohegeliana de Marx. Ustedes mismos van a ver en la ideología alemana y en El Capital que no hay para la conciencia un camino que bifurca entre la enajenación y el piripipí. Esto es de alguna manera un enfoque problemático que mantiene a la conciencia en el centro y que a partir de ella establece caminos distintos. En los textos del joven Marx el proceso de conciencia todavía tiene a su cargo el destino histórico, su construcción, tal como en la tradición que hemos ya señalado de la ilustración, pasando por Hegel, Feuerbach, etc.
Alumno: ¿Podemos decir que Gramsci leyó la Ideología Alemana?
Profesor: Gramsci es la figura que nosé si leyó la Ideología Alemana, pero que evidentemente leyó El Capital, sin prestar atención a los manuscritos económicos filosóficos, o a la cuestión judía, etc. Sin duda Gramsci, frente a Luckács, es la otra gran figura del marxismo occidental que no hegelianizará a Marx y que plateará los problemas de la ideología como problemas constitutivos de la vida social. Es conocido que los plantea en términos de la cultura. No es el planteo de que estamos todos enajenados porque tenemos la cultura popular, no es ninguna enajenación, es constitutivo de la vida social. No hay una tarea de “voy a tratar de darme cuenta que ésta es una representación falsa que me hago de las cosas porque estoy explotado y entonces me va a dejar de gustar el vaudeville”.
La tesis sobre la alienación de la conciencia, quiérase o no, recoloca en el nivel de la conciencia la problemática central. Y hacen del “si tomamos conciencia o no tomamos conciencia, si la conciencia es en sí o es para sí, etc” hacen de eso el eje de los procesos de transformación, cuando en realidad para el Marx de El Capital los procesos de transformación (y esto lo digo sin tomar partido) nos guste o no, o está relativamente inscriptos y nos toca empujarlos un poquito, o jodimos.
Alumno: Discúlpeme, pero yo podría hacer una lectura de lo que usted está diciendo referida a que si hay algo que está inscrito podemos creer que todos son leyes históricas del propio desarrollo del capital. Pero si usted dice eso y deja de lado la concepción más subjetivista a lo Luckács, dejamos de lado la conciencia que no es la falsa conciencia de la que usted estaba hablando, yo creo que hay un problema ahí. Me parece que está dejando de lado el problema del sujeto. ¿Entonces de qué estamos hablando? (dice más cosas pero no es escucha)
Profesor: Es importante lo que plantea el compañero. Estamos hablando de lo que yo pienso. Por supuesto que no me hago el inocente y es el resultado de una cierta lectura que está apoyada en textos. El tema de marxismo y humanismo es un tema que dentro de poco tendrán un texto que discute el marxismo como humanismo. Los problemas de la emancipación y el lugar del sujeto es un asunto que nos ocupará todo el cuatrimestre. Quiero decírtelo por si no estuviste la clase pasada, el problema del sujeto en la historia es buena parte de la preocupación que da lugar al programa. Así que comparto la inquietud.
Simplemente informo que el lugar que Marx le daba al sujeto, al mismo tiempo que es el único al que puede remitirse el futuro de la historia, es un lugar que a su vez está subordinado a las leyes de la historia. Las condiciones por las que preguntaba el compañero es la famosa frase del 18 de Brumario: el hombre hace la historia pero la hace como puede, es decir bajo condiciones dadas, bajo condiciones que no decide ni resuelve, y que le imponen ciertos límites. La hace como puede. No es que esta resolución teórica de Marx del problema del sujeto me satisfaga. Te diría más: es evidente que no se le puede pedir todo, tanto en relación al problema del sujeto como en relación con otros problemas de magnitud equivalente la obra de Marx ha dejado zonas oscuras, ha dejado huecos, no escribió todo sobre todo. Ni tiene sentido que lo reclamemos. No se trata de eso, se trata de ver hasta dónde planteó ciertos problemas. Y la posibilidad de la acción del hombre en la historia está fuertemente limitada por la acción acumulada de los propios hombres en la historia. Y junto con la militancia política que Marx seguía en paralelo a su tarea intelectual el mismo Marx sostenía que lo que le tocaba al sujeto, a la clase obrera, a los revolucionarios, era precisamente ayudar al proceso histórico, a la lucha de clases, que no es la lucha política de clases, es la lucha de clases, la contradicción burguesía – proletariado, esa es la lucha de clases, que sigue su propio itinerario, y que habría de llegar a su punto de resolución en el desarrollo de la contradicción entre ambos términos. En ese proceso había que intervenir empujando mediante la toma del poder político el proceso de emancipación. Hasta ahí me parece pertinente conversarlo, lo retomamos en otro momento.
Alumna: me quedé pensando cuando definió ideología como carácter de representación que está diseminada en forma inconsciente. ¿Eso estaría vinculado a la creencia? Porque cuando yo leí el programa me llamó la atención que si las mujeres pueden cambiar la política, para que esa creencia funcione socialmente, en la época de mi abuela que se dedicaba a lavar y a ser ama de casa había otra creencia. (dice más cosas pero no se escucha).
Profesor: estás bien encaminada. ¿Hasta ahí te basta la respuesta o necesitás algún tipo de aclaración?
Plantearemos que estas representaciones, nos plantearemos en buena medida con Marx pero no únicamente con él, suponen por empezar una manera de producir significaciones en relación con los objetos del mundo social.
El martes pasado dije que asumiremos que la teoría marxista de la ideología es un primer precoz, genial destello de una primera teoría social de las significaciones. En rigor, todo lo que hemos visto puede ponerse al servicio de por qué las cosas, de qué manera y cuándo, y a quién las cosas significan lo que ellas les significan. Y la respuesta opera desde la teoría marxista en relación con lo que hemos dicho para con la ideología.
En segundo lugar, señalamos ya que estas representaciones tienen por definición las características de no ser una copia fiel de la realidad que nos representamos. En este sentido diremos que la representación (concepto importante si los hay, estrechamente asociado al debate sobre ideología) es siempre una representación en algún sentido fallida. La representación representa lo que está ausente. Pero no lo representa verdaderamente, falla en ese intento de representarlo.
En alemán hay dos palabras distintas para decir representación, y las dos las usa Marx. Cuando les toque leer un texto de Ricoeur, que trabaja sobre el modo en el que Marx trabaja sobre la ideología, lo desarrolla con bastante claridad, hay dos términos en alemán, y Marx usa los dos.
Uno es vorstellung, que es lo que normalmente se traduce como re-presentación, como la vuelta a presentar de algo que en algún sentido estaba en otra parte.
El otro término es darstellung, que en alemán se reserva para ese uso castellano de representación con el que nos referimos a “qué buena estuvo la representación teatral”, lo que se diría en inglés la ejecución, lo que se diría en el caso de la obra de arte “play” en un concierto de violín, aquello que presenta antes que representar.
Entre vorstellung y darstellung hay una interesante distancia para pensar, tratando no de pasar por arriba pero sí a través de los límites que nos impone la lengua castellana.
Cuando decimos que en uno de sus sentidos la representación, la vorstellung supone el volver a hacer presente por otro medio lo que está ausente, por ejemplo mi mamá y me la represento, aunque aquí no esté. (Hace la señal de la Cruz, y dice: “si la hice mal les pido disculpas, soy nuevo en esto”. Alumnos se ríen).
Este dispositivo de presentificar la ausencia es lo que la semiología durante décadas eligió para definir el lugar del signo. Según Jackobson, una estructura de reenvío. La representación en el sentido en el que hemos venido usándolo, de Marx, las representaciones que emanan de nuestra conciencia, las cosas o lo que son las cosas, mi mamá o lo que fuese, etc, en realidad son estructuras de reenvío.
(fin del cassette.. en el otro cassette empieza diciendo..)
… clásicamente ha dado lugar en innumerables páginas a suponer, entre otras cosas, como característica, como atributo de lo ideológico su capacidad distorcionadora, su capacidad de velar, de ocultar la realidad. Del sentido en el que muchas veces todavía lo usamos cuando decimos, nosé si vieron en la televisión cuando dicen “na, eso es pura ideología”. Es un uso bastardo, berreta además de bastardo, o bastardo además de berreta, pero entre otras cosas quiere decir que es un bla bla bla complicado que no tiene que ver con las cosas, que es una figuración que la gente se hace quién sabe por qué, porque tiene creencias como decíamos, pero que no es la re-presentación fiel de las cosas. Pues bien, la representación fiel de las cosas no existe.
Continua teorico 3
Cuentan las buenas lenguas que cuando Michel Foucault daba sus clases en el College de France lo típico era un enorme auditorio absolutamente atestado que no podían ni caminar, ni moverse. Salvando hoy nuestras distancias, obvias personales, y salvando las distancias institucionales, me siento casi como Michel Foucault. Por lo menos por la dificultad para moverme.
A finales de la clase anterior, hicimos algunas referencias generales y básicas a ese momento de las vísperas de la aparición del concepto moderno de ideología. Ese momento que llamamos momento feuerbachiano, en el que el propio Marx sigue bajo la tutela intelectual de Feuerbach y se plantea las primeras líneas problemáticas sobre la cuestión. Quisiera hoy, habida cuenta de que las lecturas que hicieron durante la semana pasada de alguna manera apoyaron lo que decíamos, quisiera retomarlo para comentar algunos elementos que la clase pasada no alcanzamos a dar, y avanzar con lo que será la contextualización correspondiente a la lectura que tienen esta semana que es la lectura del fragmento de la Ideología Alemana.
La ideología alemana tiene 600 páginas, ustedes tienen el equivalente a unas 50, 60, 70.
Hoy lo que vamos a plantear es que en este texto que están por leer, en la ideología alemana es donde de manera clásica aparece el planteamiento central de lo que será la concepción marxista de la ideología. Hay varias cosas que señalar en relación con esta afirmación. Por empezar el título que lleva el libro, la ideología alemana, usa el término ideología inicialmente convocado de un modo distinto al que significará cuando el volumen ha sido terminado de escribir. Y esto habilita a una primera aclaración. La palabra ideología fue inventada por un filósofo francés de la ilustración llamado Destutt de Tracy. La mención viene a que este señor a fines del siglo XVIII preocupado como decíamos que estaba el ambiente intelectual con relación a los modos en que nos formamos ideas de las cosas, apuesta a la constitución de una disciplina, y a esa disciplina la bautiza ideología (en vez de psicología, sociología, antropología). Y escribe un libro un libro titulado “Elementos de Ideología”. El término elemento en aquellos siglos era un modo frecuente de denominar tratados que daban cuenta de los rudimentos básicos de un campo disciplinario. Por derroteros que ahora no vienen demasiado al caso, el asunto es que el término ideología inventado para denominar lo que sería una disciplina científica, que finalmente aclarara cómo es que se nos forman ideas en la cabeza respecto de las cosas, termina siendo usado peyorativa, despectivamente en el lenguaje político para aludir a aquellos que andan pensando en las nubes. Es Napoleón uno de los principales divulgadores de este sentido peyorativo, y lo peyora, usa ideología despectivamente para referirse a los ideólogos, al aludir a aquellos pensadores intelectuales de izquierda que cuando Napoleón va a coronarse emperador lo critican reivindicando los principios de la Revolución Francesa y según Napoleón. Por lo tanto, conociendo los asuntos reales que la política impone, los verdaderos factores materiales que atender, las razones del poder, en el sentido peyorativo lo recoge Marx. Y por eso verán, cuando lean el texto que hay huellas de ese sentido peyorativo en el modo en que se mofa, en el que critica acerbamente lo que él va a llamar “los ideólogos alemanes”, que no son otros que la vez pasada aludimos como los filósofos neohegelianos de izquierda, los feuerbachianos con quien él mismo había compartido filas tiempo atrás.
La ideología alemana, este voluminoso ladrillo de 600 y pico de páginas, que está básicamente dedicado a una polémica con intelectuales alemanes de la época, y por sobre todo y que aparece irónicamente denominado San Max es Max Stirner; y el que aparece irónicamente denominado San Bruno es Bruno Bauer, dos notorios neohegelianos de izquierda que sostenían tal como señalamos en general el martes pasado que había que contribuir a crear las condiciones de una transformación revolucionaria burguesa en Alemania, en la porción retrazada respecto del proceso que sigue el resto de Europa Occidental a través de un debate de ideas. Es en este sentido que Marx y Engels dicen “ja, debate de ideas”, como si a través del debate de ideas se pueda cambiar la realidad. En este sentido son ideólogos que andan por las nubes, de una manera distinta pero análoga en el sentido del término al desprecio que sentía Napoleón por sus intelectuales de izquierda que le reclamaban coherencia con los principios de la revolución. Por supuesto que no es la de Marx y Engels la posición de Napoleón. Pero sí hay una crítica a los ideólogos alemanes, a los que depositan en la crítica de las ideas dominantes la posibilidad de una transformación política revolucionaria como la que Alemania anhela, como la que Alemania tiene pendiente.
Ocurre que en el camino de elaboración de este texto (aproximadamente uno o dos años de 1845 a 1846), Marx y Engels afrontan una verdadera reorganización de sus propias ideas en relación con de qué modo pensar la historia, de qué modo pensar las posibilidades de transformación en el horizonte de la historia, de qué modo pensar los desafíos que planteaba Alemania, la Alemania retrazada semifeudal, en el contexto de una Europa occidental que buena parte de ella ya había transitado hacia la modernidad burguesa. En este sentido dirá Engels muchos años después, incluso ya muerto Marx, que la escritura de esos 600 folios que constituyeron la ideología alemana fue lo que les permitió a ambos liquidar nuestra conciencia filosófica anterior. Y aquí retomo las notas esbozadas el martes pasado.
¿Qué significa liquidar nuestra conciencia filosófica anterior?
Significa romper con el Feuerbach que intentaba romper con Hegel. Significa terminar de elaborar la transición desde una perspectiva idealista de la historia hacia una perspectiva materialista de la historia. Este cambio se produce a lo largo de la escritura de la ideología alemana, del que ustedes comienzan a leer un primer fragmento, unas 60 o 70 páginas. Tal es así que Marx y Engels terminan de escribir el folio 648 y dicen “ya está, terminamos con este asunto que nos venía dando vueltas y vueltas y vueltas en la cabeza, ahora la tenemos clara”. Y ante la primera dificultad para su publicación, deciden entregar los manuscritos a la crítica de los roedores. Es decir, en vez de publicarlo, guardarlo en un cajón y que se lo coman los ratones. Ya no les interesa que salga o no salga. Lo que les interesa es que se han aclarado respecto de cuál es el problema sobre el que quieren pensar y de ahí en adelante lo que hay que hacer es avanzar en esa dirección. Esa dirección será fundamental desde el momento en que se termina de escribir la ideología alemana, comienza la secuencia de distintas aproximaciones, comienza la introducción a la critica de la economía política, la contribución a la crítica de la economía política, los hoy conocidos borradores de El Capital, que termina publicando su primer volumen 20 años más tarde, en 1867.
Marx continúa escribiendo hasta su muerte dejando inconcluso el tercer tomo de El Capital. El Capital supone el programa de trabajo que han vislumbrado en la escritura de la Ideología Alemana, en el sentido de que lo que se resuelve en la Ideología Alemana es el tema de las ideas y el papel de las ideas en la historia humana. Y su inscripción en una conceptualización global, sistemática de la propia historia humana.
Habíamos visto el martes pasado que la discusión que se viene dando desde Hegel, para quienes quieren romper con Hegel es la discusión acerca de si la historia sigue el curso que la razón resuelve, o si hay en cambio determinaciones materiales que le imponen un camino a la razón. Si las ideas gobiernan la vida material, o si la vida material gobierna las ideas. Parece una pequeña discusión, pero piensen ustedes todo lo que deriva de una alternativa u otra. Es en torno de esta discusión y de la respuesta que darán Marx y Engels (no son las ideas la que gobiernan la vida material sino la vida material la que gobierna las ideas) donde la criba donde el concepto moderno de ideología aparece. Ideología será la referencia, la noción al modo de producir representaciones de las cosas. Será el nombre que recibe la producción de representaciones que nos hacemos de las cosas, y esto son ideas.
Las representaciones, el modo en que nos figuramos lo que las cosas son, el modo en que nos representamos lo que el mundo es, lo que los demás son, lo que nosotros somos en relación con los demás, los demás con nosotros, etc. Es entonces la alusión a las representaciones que produce nuestra conciencia bajo las determinaciones materiales de la existencia social.
Valga decir un par de cosas. No piensen encontrar en el fragmento que van a leer en la ideología alemana una definición teórica respecto de “la ideología, dos puntos, bla bla bla bla páginas y páginas”. De ninguna manera. Hay sí pistas importantes que tienen carácter definicional pero no hay un desarrollo sobre qué cosa es ideología. Más bien lo que habla la mayor parte del texto es una suerte de barajar y dar de nuevo, qué cosa es la historia humana, cómo ha sido, de qué se trata, cómo son los ejes a través de los cuales la civilización de la que hoy somos una estación ha ido construyéndose a sí misma. De qué manera se ha formado la sociedad de la que somos parte. En este esfuerzo de recomposición de un gran relato, la historia universal, es donde aparece por un lado buena parte de lo que será más tarde elementos decisivos de la teoría marxista. Hay un retome de las nociones que ya estaban en la literatura de la época sobre la división del trabajo, más elaborado de lo que estaba en la literatura de la época, los distintos modos de producción que la historia atraviesa (el modo esclavista, el modo feudal, el modo capitalista), es un gran relato gran de pensar la historia desde el principio. En este marco, lo que queda definido es la vida social, las grandes reglas que hacen al desarrollo de la vida social. Y dentro de él, el lugar que le caben a las ideas. Es ésta la respuesta a la filosofía hegeliana y neohegeliana. No a través de decir “vení, te voy a explicar en 20 páginas el concepto de ideología”. Sino diciendo que en definitiva estamos concibiendo la historia humana de un modo tal en que las ideas ocupan un lugar determinado. No un lugar principal sino secundario. Y no sólo secundario sino fundamentalmente un lugar DETERMINADO. Determinado por algo que no son ellas.
Las ideas aparecen colocadas no en el lugar de la autorrealización, no en el lugar de la autonomía, del autogobierno, sino por el contrario en el lugar en el que la conciencia social humana es capaz de producir lo que las condiciones materiales le permiten. Esta noción respecto de nuestras ideas es la noción clave que aparecerá en el campo marxista de la ideología.
En la ideología alemana hay algunas expresiones a los que yo casi he aludido casi literalmente. Esto que vengo de decir lo plantea Marx diciendo “No es la conciencia la que determina el ser social o la vida social, sino la vida social, el ser social, el que determina la conciencia”.
Y hay otras indicaciones más de un tenor semejante. El señalamiento de que la conciencia emana representaciones que están en algún tipo de relación subordinada con las condiciones materiales en las que emergen es algo que aparece con claridad en el texto. Entonces, no se trata de una teoría de las ideologías en un sentido extenso, minucioso, sofisticado, sino de un movimiento conceptual que recompone el panorama de las relaciones entre lo material y lo ideal en el campo de la historia, y ubica el lugar de nuestra conciencia y su producción de ideas, las representaciones como:
a) determinado por las condiciones materiales
b) como de ningún modo la enunciación de la verdad a primera vista. Si asumimos que nuestras ideas son el resultado de una determinación que opera sobre nuestra conciencia, y que la determinación que opera sobre nuestra conciencia depende de las condiciones materiales de vida, y que estas condiciones materiales de vida son distintas en el caso que me toca, en el caso de algunos de ustedes, en el caso de mi bisabuelo en La Pampa o en Italia hace 150 años, advertiremos que las representaciones de las cosas, que la luz que nuestra conciencia supuestamente hecha sobre el mundo configurando ideas que están lejos de ser de manera directa la verdad de la cosas. Son una representación de ellas.
A través de este debate, de esta discusión de dónde ponemos las ideas, y cómo concebimos el lugar que le cabe en la historia, a través de esta liquidación de la conciencia filosófica anterior que se cumple en la escritura de la Ideología Alemana, en realidad Marx y Engels resuelven las bases teóricas de lo que aparecerá luego (durante décadas y hasta hoy), como las claves clásicas del Marxismo.
Los conceptos de base y superestructura aquí están. Es en la batalla intelectual, conceptual, por definir cuál es el lugar que le cabe a la producción de la conciencia, y cuál es su relación con las condiciones materiales de existencia que vienen a determinarlas donde se forjan los conceptos centrales de base y superestructura. Conceptos centrales para lo que será luego la intelección general de la realidad social en su paquete completo, en su totalidad.
El problema de base y superestructura es algo que nos importa bastante porque a partir de aquí buena parte de la discusión, al menos en sede marxista, tendrá que ver con cuáles son las características de la superestructura, de la que la ideología forma parte y que viene determinada por la base. Base como término técnico marxista con el que aludimos a las condiciones materiales de la sociedad. Entonces importa que esta referencia esté clara.
(Alumna hace una pregunta que no se escucha).
Profesor: sociedad civil, si entendemos a sociedad civil como la que da lugar a la constitución del Estado, de las formas organizativas de la vida social, sospecho.
(Otra pregunto de alumno que no se escucha)
Profesor: lo que se denomina la base, es estrictamente hablando las relaciones sociales de producción, y su relación (que será una relación contradictoria) con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Esto que así dicho se convierte en una formulita, alude en el principio del desarrollo de la actividad social a las relaciones de los hombres con la naturaleza, pero a medida que aparece la división social del trabajo, crecientemente irá subsumiendo las relaciones con la naturaleza en el marco de las relaciones sociales de producción, los modos en que los seres humanos viviendo en comunidad, en sociedad, nos organizamos a nosotros mismos (claro que no por asamblea) para garantizar nuestra persistencia, subsistencia, etc.
Los recursos que ponemos en juego, el modo en que nos dividimos las tareas, la parte que nos toca a cada uno (tanto de los productos como de las tareas), las relaciones de subordinación, de dominación, de explotación serán entre los que hacen una tarea y los que hacen otras. Y así siguiendo los modos de apropiación del excedente, de las herramientas del trabajo y del fruto del trabajo, todo eso constituyen las relaciones sociales d producción, que a su vez estarán en estrecha relación con lo que se llama el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.
Pensémoslo rápidamente en términos casi contemporáneos.
No siempre nos damos cuenta de qué modo en estas décadas que nos tocan vivir están siendo empujadas a importantes procesos de modificación motorizados por el desarrollo de nuevas fuerzas productivas, en este caso por ejemplo tecnológicas.
El salto tecnológico que se da en el capitalismo a partir, en general suele decirse en la crisis del petróleo de año `73, y de los hechos y de la recomposición del capital que ocurre entonces en el último cuarto del siglo XX, la revolución tecnológica empuja a una reformulación en las relaciones sociales de producción, por ejemplo la tendencia a que el trabajo manual tienda a decaer, a que el número de obreros manuales sea cada vez menor, cada vez mayor el número técnico que manejan máquinas. Y mientras crece el ejército de reserva de desocupados que lo que hacen es abaratar el precio del trabajo con su sola demanda de trabajo donde el trabajo (como puesto de trabajo) se convierte en un bien más escaso de lo que era antes, esto es una modificación decisiva en las relaciones sociales de producción, resultado de la relación que las relaciones sociales de producción mantienen con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.
Algo que ha ocurrido muchas más veces de las que nos imaginamos a lo largo de los últimos dos siglos.
La que estamos viviendo quizás sea la modificación de una magnitud tal vez semejante a la que se vivió con la Revolución Industrial. Cuando las relaciones sociales de producción se modificaron fuertemente al punto que por ejemplo, cosa que no ocurría en Alemania, en Francia y en Inglaterra las autoridades estatales temían levantar las prohibiciones impuestas a los campesinos que querían abandonar sus tierras, estaban anclados a la tierra. Las autoridades levantan las prohibiciones para que puedan concurrir a los grandes centros urbanos a ofrecer su fuerza de trabajo en el mercado, compra y venta de la fuerza de trabajo. Vendo mi fuerza y mi tiempo de trabajo a cambio del salario con el que puedo subsistir, que me lo pagará aquel que me compra por ese precio vil mi fuerza de trabajo, los músculos con los que muevo la máquina. Esto que es el surgimiento del proletariado supone una modificación feroz en las relaciones sociales de producción que eran típicas en la vieja comunidad pre Revolución Industrial. Tal vez la que ocurre hoy sea una modificación tal vez de una magnitud análoga. Nosé, falta distanciamiento para verla con más claridad, pero se está modificando muy fuertemente. En este sentido, ésto es la base: las relaciones sociales de producción y su relación con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Originalmente las fuerzas productivas eran la tierra y la zapa, la red y el botecito para salir a pescar.
(pregunta de alumna que no se escucha)
Respuesta profesor: la tendencia predominante a nivel global es que la mayor proporción en la torta del producto bruto sea del área de servicios, a diferencia del sector industrial. La revolución industrial significó que el crecimiento del producto bruto producido por el sector industrial contra el sector primario (es decir del trabajo de la tierra y extractivo mineral, etc). De ahí pasamos al sector que se llama secundario, industrial. Hoy la tendencia es al crecimiento permanente, sistemático del sector servicios. Somos cada vez más los obreros de cuello blanco. Pero esto no es de la noche a la mañana, ni en una sola secuencia. Tiene sus altibajos. Pero la media indica un crecimiento sistemático.
Alumnos: ¿Las condiciones materiales condicionan?
Profesor: ¿Vos qué pensarías? Yo hablé de determinación. Hasta que cambiemos el término quedémonos con determinación.
Entonces me interesa hacer un par de aclaraciones que suelo hacer, que he visto que son útiles. Insisto con la noción de BASE, a sabiendas de que en mucha literatura que circula, incluso en textos de nosotros mismos, la referencia es a lo económico. Hay aquí un enorme peligro de confusión en el que muchas veces el marxismo vulgar cae pisando el palito que da calambre. Porque asume lo económico en el sentido corriente que tiene el término, casi en una relación de la guita, el bolsillo. Y no es en ese sentido en el que Marx plantea lo económico ni es en ese sentido en el que se habla de la determinación. Más bien lo económico tiene que ver con, si tuviera que elegir una expresión sustituta, yo me quedaría con relaciones sociales, que en la tradición de la economía política serían no del ámbito público sino del ámbito privado. Tienen que ver con el “oicos” (¿), que es en griego la referencia a la unidad doméstica productiva donde la vida se reproduce en hijos y en hortalizas. Y las relaciones sociales que se generan en este ámbito es lo económico. No la cuenta del banco, no la moneda. Lo económico como la organización social para la producción de la propia subsistencia. Es esto y no la mosca lo que es determinante de la conciencia.
Una segunda aclaración que suele ser eficaz es en relación con el término DETERMINACION. Tenemos una tentación, cuya raíz hay que buscarla en un sentido común muy extendido que simplifica y resuelve como puede las cosas, tenemos la tentación de volver sinónimos determinación de causación. La determinación no es causación, no es generación, no es el origen ni la fuente. La determinación es la capacidad de imponer los límites, el sistema de restricciones dentro de los cuales lo determinado habrá necesariamente de moverse. No debe entenderse que nuestra conciencia tiene su causa en las condiciones materiales. No debe entenderse que nuestras ideas nacen de mi condición obrera o de mi condición oligárquica. Lo que debe entenderse es que esta manera de estar inscripto en la estructura de las relaciones sociales de producción pone límites a la capacidad creadora de mi conciencia, pone ciertas reglas a la secuencia de representaciones que de manera espontánea aparecerán en mi conciencia. Por favor, ninguna relación mecánica ni automática en el sentido de si soy obrero pienso tal cosa, si soy burgués pienso tal otra. No hay ninguna relación directa ni mecánica ni nada que se le asemeje. No es una coerción que le impida a la conciencia moverse en su propio elemento. Lo que hace es establecer las reglas, los límites tras los cuales no podrá moverse porque comenzará a colocarse en un lugar donde torciona los requerimientos del proceso social espontáneamente considerado en una dirección distinta. La conciencia es un animalito que anda por ahí divertido entreteniéndose con cosas diversas. El tema es que puede corretear en un cierto espacio.
Alumna: Marx decía que si el proletariado toma conciencia puede cambiar las cosas.
Profesor: Ahí nos estamos refiriendo a otro problema al que voy a hacer referencia enseguida.
Pregunta alumno que no se entiende.
Profesor: Yo me limito a poner sobre la mesa lo que la tradición marxista ha hecho clásico. Y el tema clásicamente es de determinación. Y el problema es entender qué es determinación. El término condicionamiento es un término que nos resulta un poco más cómodo hoy, menos rígido, menos taxativo, menos tajante, pero en rigor el marxismo clásico habla de determinación. Y siempre y cuando, insisto, que lo determinado guarda una relación directa, mecánica, lineal, con lo determinante.
Hay un par de cosas más que me parecen importantes a señalar.
Esta propuesta que formulan Marx y Engels en la Ideología Alemana supone una auténtica revolución conceptual, una auténtica novedad en el sentido de que implica un verdadero bofetón de película, le cruza el rostro a uno de los más valiosos, casi sagrados aportes que la ilustración ha hecho a occidente, a su historia, filosofía y su sentido común, que es la radical centralidad del ser humano a partir y a través de su conciencia.
Algunos autores postmodernos señalan que este señalamiento, este apunte de Marx sobre la ideología es el primero de una serie de palos que va a recibir el sujeto de la ilustración, en la línea de nombres a los que luego seguirán los de Nietzsche y Freud.
En el sentido común seguimos siendo gente de la ilustración, seguimos pensando que nosotros somos hombres de conciencia y que con la conciencia, la razón y la voluntad con eso gobernamos nuestras vidas y hacemos lo que queremos. Pero cuando tomamos más en serio el problema descubrimos que esa era una ilusión que planteaba el siglo XVIII para la humanidad que recibe su primer cascotazo serio en la Ideología Alemana que ustedes van a leer.
Esta es la importancia, la magnitud del asunto. La ideología bajo esta perspectiva y tal como aparece presentada en la ideología alemana, la producción ideológica en tanto que ideológica, en tanto que es en carácter de representación que no termina de ser una representación como Dios manda, que medio es pero medio no es, que de alguna manera nos engaña porque está determinada con elementos que no controlamos, etc, la ideología es inconsciente. No nos damos cuenta, no nos recatamos, por supuesto que en principio y en general uno puede hacer el esfuerzo pero no nos percatamos de que el modo en que pensamos las cosas que pensamos tienen algún ancla, tienen algo que ver con las condiciones materiales en las que venimos inscriptos, con las condiciones materiales de existencia de mundo que habitamos. Y no nos percatamos en absoluto.
Hay en relación con este preciso tema de la ideología y su relación con la conciencia otra aclaración importante que vale la pena hacer. Voy a dar un pequeño rodeo porque viene en relación con lo que vengo diciendo pero requiere un poco más de información.
Algunos autores que vamos a leer, en esta misma semana tenemos Althusser, que tiene un texto breve, sencillo importante, que habla de la víspera feuerbachiana, de ese momento y de lo que significa la discusión marxista del momento feuerbachiano.
Althusser ha tenido entre otros aportes a la teoría marxista, ha hecho una afirmación de mucho peso, que aparece en los manifiestos sobre Feuerbach, aparece la referencia y aparecerá en otros textos que tenemos de Althusser. Sostiene que en la obra de Marx hay un corte que precisamente ocurre a la altura de la Ideología Alemana. Que los textos anteriores a la Ideología Alemana son los que caben llamar textos de joven Marx. Y que los textos posteriores a la Ideología Alemana son los del Marx maduro.
Y dice algo que de algún modo anticipamos en la tesis, que lo que se llama el joven Marx está fuertemente impregnado aún de huellas hegelianas y neohegelianas. En torno de ese corte al que Althusser le dará estatuto epistemológico, dirá que después de la Ideología Alemana el Marx maduro ahí está la ciencia, ahí está el marxismo propiamente dicho, en tanto que en el joven Marx tenemos balbuceos que son de mucho interés pero que no forman parte de la obra sistemática, rigurosa, del materialismo histórico, porque no hay todavía un tal materialismo histórico. Se procesa en la escritura de la Ideología Alemana, y de esta organización de la obra de Marx se desprende un elemento que nos resulta de interés.
Durante mucho tiempo los textos principales que entre los marxistas se utilizaba para abrevar en relación con el problema de la ideología eran lo que llamamos textos de joven Marx. Esto tiene dos motivos distintos y concretos. Yo les decía que la ideología alemana no fue publicada sino que la metieron en un cajón. Fue sacada del cajón alrededor de 1930, traducida al inglés, al alemán, etc, ya bastante avanzado el siglo XX.
Lenin ni idea tenía de la ideología alemana. Y después de la ideología alemana, en el rumbo hacia la escritura de El Capital, los planteamientos que hacen Marx o Engels en sus textos del problema de la ideología no son apariciones de segunda importancia, pero no son en ningún caso apariciones que se dediquen a desarrollar el punto. Se pueden leer dos textos políticos de Marx y en la escritura de los textos políticos (los que tienen que ver con la guerra civil en Francia, la lucha de clases en Francia, la revolución, el 18 de brumario, etc) el concepto acerca de los modos en que la producción de la conciencia interviene en los fenómenos políticos estará colocada en las páginas, pero estará como diría Althusser en estado práctico, no conceptualizado. Aparecerá operando como categoría. Las referencias más minuciosas a los problemas de la ideología quedan remitidos durante mucho tiempo a los textos del joven Marx, donde los problemas de la conciencia es siguiendo la huella hegeliana la de la conciencia en sí y su pasaje a la conciencia para sí. La conciencia enajenada o no enajenada, cuestiones todas que desaparecen en el Marx maduro. Cuestiones que diría, tienen sin embargo, una enorme consecuencia durante décadas (si es que no hoy) en una de las acepciones que más circulan particularmente en carreras como la nuestra sobre qué cosa es la ideología tiene a ser la conciencia enajenada por ejemplo, la conciencia alienada y que esa es la ideología.
Versión que circuló con mucha fuerza entre nosotros en particular por vida y obra de los autores de Frankfurt para quienes la alienación es un tema fuerte. Tema que leen en Luckács, no en Marx. Y Luckács hace una lectura neohegeliana de Marx. Ustedes mismos van a ver en la ideología alemana y en El Capital que no hay para la conciencia un camino que bifurca entre la enajenación y el piripipí. Esto es de alguna manera un enfoque problemático que mantiene a la conciencia en el centro y que a partir de ella establece caminos distintos. En los textos del joven Marx el proceso de conciencia todavía tiene a su cargo el destino histórico, su construcción, tal como en la tradición que hemos ya señalado de la ilustración, pasando por Hegel, Feuerbach, etc.
Alumno: ¿Podemos decir que Gramsci leyó la Ideología Alemana?
Profesor: Gramsci es la figura que nosé si leyó la Ideología Alemana, pero que evidentemente leyó El Capital, sin prestar atención a los manuscritos económicos filosóficos, o a la cuestión judía, etc. Sin duda Gramsci, frente a Luckács, es la otra gran figura del marxismo occidental que no hegelianizará a Marx y que plateará los problemas de la ideología como problemas constitutivos de la vida social. Es conocido que los plantea en términos de la cultura. No es el planteo de que estamos todos enajenados porque tenemos la cultura popular, no es ninguna enajenación, es constitutivo de la vida social. No hay una tarea de “voy a tratar de darme cuenta que ésta es una representación falsa que me hago de las cosas porque estoy explotado y entonces me va a dejar de gustar el vaudeville”.
La tesis sobre la alienación de la conciencia, quiérase o no, recoloca en el nivel de la conciencia la problemática central. Y hacen del “si tomamos conciencia o no tomamos conciencia, si la conciencia es en sí o es para sí, etc” hacen de eso el eje de los procesos de transformación, cuando en realidad para el Marx de El Capital los procesos de transformación (y esto lo digo sin tomar partido) nos guste o no, o está relativamente inscriptos y nos toca empujarlos un poquito, o jodimos.
Alumno: Discúlpeme, pero yo podría hacer una lectura de lo que usted está diciendo referida a que si hay algo que está inscrito podemos creer que todos son leyes históricas del propio desarrollo del capital. Pero si usted dice eso y deja de lado la concepción más subjetivista a lo Luckács, dejamos de lado la conciencia que no es la falsa conciencia de la que usted estaba hablando, yo creo que hay un problema ahí. Me parece que está dejando de lado el problema del sujeto. ¿Entonces de qué estamos hablando? (dice más cosas pero no es escucha)
Profesor: Es importante lo que plantea el compañero. Estamos hablando de lo que yo pienso. Por supuesto que no me hago el inocente y es el resultado de una cierta lectura que está apoyada en textos. El tema de marxismo y humanismo es un tema que dentro de poco tendrán un texto que discute el marxismo como humanismo. Los problemas de la emancipación y el lugar del sujeto es un asunto que nos ocupará todo el cuatrimestre. Quiero decírtelo por si no estuviste la clase pasada, el problema del sujeto en la historia es buena parte de la preocupación que da lugar al programa. Así que comparto la inquietud.
Simplemente informo que el lugar que Marx le daba al sujeto, al mismo tiempo que es el único al que puede remitirse el futuro de la historia, es un lugar que a su vez está subordinado a las leyes de la historia. Las condiciones por las que preguntaba el compañero es la famosa frase del 18 de Brumario: el hombre hace la historia pero la hace como puede, es decir bajo condiciones dadas, bajo condiciones que no decide ni resuelve, y que le imponen ciertos límites. La hace como puede. No es que esta resolución teórica de Marx del problema del sujeto me satisfaga. Te diría más: es evidente que no se le puede pedir todo, tanto en relación al problema del sujeto como en relación con otros problemas de magnitud equivalente la obra de Marx ha dejado zonas oscuras, ha dejado huecos, no escribió todo sobre todo. Ni tiene sentido que lo reclamemos. No se trata de eso, se trata de ver hasta dónde planteó ciertos problemas. Y la posibilidad de la acción del hombre en la historia está fuertemente limitada por la acción acumulada de los propios hombres en la historia. Y junto con la militancia política que Marx seguía en paralelo a su tarea intelectual el mismo Marx sostenía que lo que le tocaba al sujeto, a la clase obrera, a los revolucionarios, era precisamente ayudar al proceso histórico, a la lucha de clases, que no es la lucha política de clases, es la lucha de clases, la contradicción burguesía – proletariado, esa es la lucha de clases, que sigue su propio itinerario, y que habría de llegar a su punto de resolución en el desarrollo de la contradicción entre ambos términos. En ese proceso había que intervenir empujando mediante la toma del poder político el proceso de emancipación. Hasta ahí me parece pertinente conversarlo, lo retomamos en otro momento.
Alumna: me quedé pensando cuando definió ideología como carácter de representación que está diseminada en forma inconsciente. ¿Eso estaría vinculado a la creencia? Porque cuando yo leí el programa me llamó la atención que si las mujeres pueden cambiar la política, para que esa creencia funcione socialmente, en la época de mi abuela que se dedicaba a lavar y a ser ama de casa había otra creencia. (dice más cosas pero no se escucha).
Profesor: estás bien encaminada. ¿Hasta ahí te basta la respuesta o necesitás algún tipo de aclaración?
Plantearemos que estas representaciones, nos plantearemos en buena medida con Marx pero no únicamente con él, suponen por empezar una manera de producir significaciones en relación con los objetos del mundo social.
El martes pasado dije que asumiremos que la teoría marxista de la ideología es un primer precoz, genial destello de una primera teoría social de las significaciones. En rigor, todo lo que hemos visto puede ponerse al servicio de por qué las cosas, de qué manera y cuándo, y a quién las cosas significan lo que ellas les significan. Y la respuesta opera desde la teoría marxista en relación con lo que hemos dicho para con la ideología.
En segundo lugar, señalamos ya que estas representaciones tienen por definición las características de no ser una copia fiel de la realidad que nos representamos. En este sentido diremos que la representación (concepto importante si los hay, estrechamente asociado al debate sobre ideología) es siempre una representación en algún sentido fallida. La representación representa lo que está ausente. Pero no lo representa verdaderamente, falla en ese intento de representarlo.
En alemán hay dos palabras distintas para decir representación, y las dos las usa Marx. Cuando les toque leer un texto de Ricoeur, que trabaja sobre el modo en el que Marx trabaja sobre la ideología, lo desarrolla con bastante claridad, hay dos términos en alemán, y Marx usa los dos.
Uno es vorstellung, que es lo que normalmente se traduce como re-presentación, como la vuelta a presentar de algo que en algún sentido estaba en otra parte.
El otro término es darstellung, que en alemán se reserva para ese uso castellano de representación con el que nos referimos a “qué buena estuvo la representación teatral”, lo que se diría en inglés la ejecución, lo que se diría en el caso de la obra de arte “play” en un concierto de violín, aquello que presenta antes que representar.
Entre vorstellung y darstellung hay una interesante distancia para pensar, tratando no de pasar por arriba pero sí a través de los límites que nos impone la lengua castellana.
Cuando decimos que en uno de sus sentidos la representación, la vorstellung supone el volver a hacer presente por otro medio lo que está ausente, por ejemplo mi mamá y me la represento, aunque aquí no esté. (Hace la señal de la Cruz, y dice: “si la hice mal les pido disculpas, soy nuevo en esto”. Alumnos se ríen).
Este dispositivo de presentificar la ausencia es lo que la semiología durante décadas eligió para definir el lugar del signo. Según Jackobson, una estructura de reenvío. La representación en el sentido en el que hemos venido usándolo, de Marx, las representaciones que emanan de nuestra conciencia, las cosas o lo que son las cosas, mi mamá o lo que fuese, etc, en realidad son estructuras de reenvío.
(fin del cassette.. en el otro cassette empieza diciendo..)
… clásicamente ha dado lugar en innumerables páginas a suponer, entre otras cosas, como característica, como atributo de lo ideológico su capacidad distorcionadora, su capacidad de velar, de ocultar la realidad. Del sentido en el que muchas veces todavía lo usamos cuando decimos, nosé si vieron en la televisión cuando dicen “na, eso es pura ideología”. Es un uso bastardo, berreta además de bastardo, o bastardo además de berreta, pero entre otras cosas quiere decir que es un bla bla bla complicado que no tiene que ver con las cosas, que es una figuración que la gente se hace quién sabe por qué, porque tiene creencias como decíamos, pero que no es la re-presentación fiel de las cosas. Pues bien, la representación fiel de las cosas no existe.
Continua teorico 3